- ¡Qué buena suerte hemos tenido! , exclamó su compañero.
- ¿Hemos? - Sólo yo soy el afortunado, porque yo lo encontré.
Con semejante advertencia el otro amigo se quedó en silencio y comprendió que estaba fuera de el hallazgo. Así que de nuevo siguieron caminando por el camino, cuando de pronto vieron no muy lejos a un trío de ladrones.

- ¡Oh no! estamos perdidos - gritó el afortunado caminante que había encontrado el bolso de monedas al presentir la desgraciada suerte que les esperaba.
-¿Perdidos? - repuso con sorna el amigo.
- Solo tú estás perdido, ya que nadie más que tu ha hecho el gran hallazgo - Respondió el otro amigo.
En efecto, los ladrones se les acercaron a los dos y uno a uno fueron revisados y al hallar al dueño del hallazgo le quitaron todo el dinero no sin antes dejando malherido de una paliza.
Moraleja de la fábula de los Caminantes:
Muchas veces cuando trabajamos en equipo no falta la persona que espera ser la única reconocida. Si trabajamos en grupo todos los logros deben ser compartidos entre todos sin distinción. No sólo las cosas buenas deben ser compartidas si no también las errores que tengamos para su rápida solución. Recuerda que de los errores uno aprende. Quien sólo saborea la miel, sólo probará la hiel.
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me gustaria saber los autores de estas fabulas
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